Unidad de negocio familiar : un enfoque regional
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Date
2005-06-23Author
Tañski, Nilda Catalina
Brondani, Nancy N.
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Muchas veces se vincula la empresa familiar con la figura de pequeñas empresas, administradas con escasa profesionalidad, relacionadas fundamentalmente al negocio individual o artesanal. Ello lleva a que la importancia de estas organizaciones no sea considerada, ni mucho menos asociada a que la mayoría de las empresas familiares son empresas medianas y grandes. Sin embargo, su permanencia en el tiempo y en la economía es un hecho innegable.
La familia es definida como la célula básica de la sociedad, formadora de individuos con un legado de valores y costumbres propias del grupo social al que pertenece, con la responsabilidad de satisfacer las necesidades, cuidar, desarrollar y promover a todos sus integrantes.
Una empresa es una organización económica cuyo objetivo es generar utilidades a través de la coordinación efectiva de recursos humanos y materiales produciendo bienes y servicios a una comunidad en un marco de riesgo.
Vemos entonces que familia no es lo mismo que empresa, y que la empresa familiar no es la suma de la familia más la empresa, sino una coexistencia de dos mundos. Confundirlos o no precisar sus límites deja a estos débiles y propicios al conflicto.
Mientras que en la familia predominan las emociones y los afectos, el espíritu conservador y la aceptación de sus miembros por lo que son, en la empresa predominan la racionalidad y eficiencia, la apertura al cambio y la aceptación de sus miembros por lo que hacen.
Si bien las empresas familiares sufren, como cualquier otra empresa, se ven afectadas por la falta de conocimientos del mercado, de productos, de formación, de la planificación del crecimiento de la misma y de la sucesión.
Si la familia logra transferir de sí misma a la empresa la apetencia por una inserción eficaz en el mundo, la actitud curiosa e indagadora sobre la realidad, la posibilidad de continuidad de la empresa familiar estaría asegurada.
Varios trabajos de investigación han demostrado que la esperanza de vida de estas empresas está limitada en el tiempo.
Aparecen como explicaciones al alto número de fracasos el hecho de que las empresas familiares son pequeñas y no cuentan con los mismos recursos humanos y financieros que las empresas no familiares; en estas aparecen más problemas humanos, de difícil solución, además de las dificultades que presentan para desarrollarse y crecer cuando la estrategia depende más de los objetivos de la familia que de los objetivos estratégicos que el negocio requiere.
En estas empresas los vínculos de parentesco de las personas se entrecruzan con las relaciones de trabajo. En muchas ocasiones la suerte de estas empresas se encuentra sometida, no tanto a cuestiones de índole económica, sino a factores que dependen de la complejidad de las relaciones entre sus miembros.
No obstante, el pronóstico para estas empresas puede considerarse promisorio, pese a sus múltiples dificultades, si se tienen en cuenta sus riquezas potenciales.
El empresario de familia genera y continúa una empresa propia como la continuidad y la expresión de un sueño de vida.
Históricamente han demostrado ser factor de desarrollo de muchas economías, incluso influyendo efectivamente en la recuperación de la crisis europea de postguerra (caso de Italia) y en los países conocidos como Tigres Asiáticos.
“La importancia de las empresas familiares en el mundo occidental ya no se pone en duda: Las mismas aportan más del 50% del PBI de las economías en sus respectivos países, y son una fuente cada vez más importante de generación de empleo.
Ahora bien, vemos que son empresas que llaman la atención por su volatilidad, o sea, su alta tasa de mortalidad 1 ”.
“En la Argentina, las empresas familiares representan alrededor del 75% de las unidades económicas, generan entre un 40 y un 42% del PBI. Aportan cerca del 70% de los puestos de trabajo y controlan el 95% de la comercialización”.
Del total de empresas de familia, el 20% son sociedades con una forma jurídica definida (S.R.L. o S.A.).
Según el Centro de Empresas de Familia de la Argentina, las Empresas Familiares en nuestro país alcanzarían a un millón, de las que alrededor del 85% son fundadas por jóvenes de entre 22 y 28 años. Sin embargo, por diversas razones, solamente un 30% de esos emprendimientos alcanzan a tener éxito.
Todas estas cifras nos dan una idea de la relevancia de estas empresas, y significan fundamentalmente que tienen un futuro como unidades económicas válidas para el desarrollo de los países. Son una de las columnas vertebrales de la economía del país.
“En la historia económica de nuestro país es dable observar un alto grado de evolución a partir del siglo pasado, coincidente con la gran oleada inmigratoria que llegó de Europa”.
Estos inmigrantes conformaron de inmediato una gran cantidad de microemprendimientos y pequeñas empresas, muchas en nuevas zonas del interior del país, comenzando una etapa de importante desarrollo económico.
Eran portadores de su propio bagaje de constumbres y tradiciones acumulados y que, consciente o inconscientemente, fueron creando distintas condiciones al actuar en el medio, conformando así un sistema de nuevas reglas de actuación.
Si bien no hay datos precisos de estas cifras en la provincia de Misiones, la realidad de Misiones no escapa a la realidad nacional, las empresas familiares son también importantes en la conformación de la actividad económica, y sus actores en la mayoría son de origen extranjero.